Encontramos que lo que queríamos hacer estaba en “construcción” […] y así fue como comenzamos en Don Bosco y por siempre Don Bosco, con el compromiso desde entonces de hacer vivir a través del rugby este espíritu que nos permita ser distintos, donde el deporte y los valores humano-cristianos sean pilares del crecimiento. Pero sobre todo crecer entre amigos, para que siempre exista esta fuerza de los que estuvieron, los que aún están y de los que vendrán para hacer de nuestro Ateneo Cultural y Deportivo la familia de Don Bosco.

El entonces presidente del Comité Olímpico Argentino dijo una frase que quisiera recordar: “No es por un segundo menos en la pista o por un tanto más en la cancha, lo que hace a un hombre mejor persona. Se es una mejor persona cuando se saluda hidalgamente al adversario, luego de un revés o cuando se obtiene un triunfo sin sacar provecho de una vil ventaja. Admiro al deportista cabal, pero siento un profundo desprecio por aquel que no es, nada más, que un atleta campeón”. Quiero agradecer a mi Club por haber logrado convertirme (en mi modesto entender) en lo máximo que debía aspirar cualquier chico que se acerca por esta Institución: ser una buena persona.

El gran mérito es de aquellos que en el momento de optar por un deporte como medio para encauzar la idea eligieron el rugby, el mejor de los deportes, el que reúne las condiciones para conseguir los objetivos del Ateneo. El que forja carácter en nuestros chicos y jóvenes, cimienta el compañerismo y la amistad. Prueba cabal es nuestro club y nuestra gente, que no entiende de barreras sociales o económicas y está abierto a todos, poniendo en práctica un viejo adagio que dice: “Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”.

En 1968, en mi segundo año de Bachillerato en Santa Catalina. Norberto me entusiasmó para jugar al rugby y formar parte de la gran familia ateneísta. […]

Hojeando los anuarios de aquella época, vemos que en ellos aparecía insistentemente el “Decálogo del Ateneísta“, que es tan fundamental que constituye un Artículo del Estatuto. Evidentemente es mucho más que una guía de conducta deportiva: es todo un estilo de vida que se nos ofrece; sintetiza muy justamente el espíritu que querían transmitirnos nuestros padres y maestros y que los animó para crear el Ateneo Don Bosco.